Hilos 10: El asceta
Algunas piedras frías transitan mi nombre. No molestan, tienen el olor del alivio. A veces me consuela una frase que me revienta las retinas por cinco segundos. Luego entiendo su futilidad y la desintegro en el aire que entra y sale de mi pecho en forma rítmica y profunda. A mi alrededor sólo hay viento. No sé cuánto hace que estoy acá porque hace mucho pude eliminar los números. Pensé que iba a ser de las últimas cosas pero fueron el principio. Más tiempo llevaron los adornos o adjetivos. Aunque una vez desintegrados, el resto de palabras brillaron con una óptica infinita. Pero no hay que engañarse, no son más que cadáveres vacíos de sentido, apenas moneda de cambio para entenderme con los que antes eran los míos. Muchos dirán que en realidad, nunca podré eliminarlas, que siempre estarán acechándome en la sombra de una sinapsis torcida, de un recuerdo dormido de una siesta de niño. Puede ser, pero mi misión es probar, mi misión es tratar de librarme de esos dispositivos contamina...